CANTAR DE MI SELVA
Poesía
Tiberio de Jesús Acevedo
Cantar
de mi selva. Poesía.
Autor:
Tiberio de Jesús Acevedo
1°
edición: 1.979
2°edición:
1.980
3ª edición 2013.
Inírida-
Guainía.
Reservados
los derechos.
guainiaindigena.blogspot.com
Facebook:
Tiberio de Jesús Acevedo
Contenido
INTRODUCCIÓN
Estos son los
primeros poemas de Tiberio de Jesús Acevedo; fueron publicados en 1.979, en la
ciudad de Villavicencio. Fueron sus poemas de combate en Mitú, capital del
Vaupés, donde estudió su bachillerato. Todos, hacen referencia a la temática indígena y a la selva. Usa un
estilo costumbrista.
Son nuevos, para esta edición: indio, alguien le enseñó a
mi voz, río Inírida, tiempo de sembrar, los pescadores.
Casi todos estos poemas se convirtieron en canciones, por el mimo
autor, se cantan en las escuelas y comunidades
donde ha vivido.
1
BORARÓ
En
el centro de la maloca
De
paredes naturales
Unos
parientes conversaban
De
temas muy variados.
Era
la noche en ese instante
Y la
selva dormíase silenciosa
Al
relato de estos hombres incansables
Y al
murmullo de los animales
Entraba
el viento por las rendijas
Arrullando
las llamas del turí
Que
impávido permanecía inquieto
Cual fulminado paipí
En
lengua conversaban
Con
gallardos ademanes
Relatando
una experiencia
De
un pariente lejano.
Y
aunque hablaban en pura lengua
Les
traduciré al castellano
Lo que
dijeron los viejos
De
aquel pariente lejano
Había
salido a mariscar
Una
tarde de verano
Por
la trocha enrastrojada
Y
llena de pantano
Un
arco y un carcaj
Eran su armamento
Y un
guayuco de corteza
Era
su vestimenta.
Caminó
mucho tiempo por el monte
Sin
ver ni siquiera un animal
O
una pisada o una pista
Que
le mostrara una carnada
Así
pasó toda la tarde
Y la
no0che se acercaba rauda
Y
las copas de los árboles
Ya
casi no se miraban
Con
hojas y palitos
Quebrados
con sus manos
Hizo
pronto una mitazaba[1]
Para
ampararse de la noche
Sin
dormirse totalmente
Vio
pasar así la noche
Las
horas y los gritos secos
De
nocturnos animales.
Eltigre
anduvo cerca
Con
su feroz bufido
Y se
escucharon los cerrillos
Con
sus horribles chasquidos
Muy
temprano emprendió su marcha
Amparado
por la luz
Amparado
por los árboles
Amparado
por el monte
Con
gran hambre se sintió
Mi
pariente en aquel monte
Agachado
se quedó mirando fijamente
Las
hojas removidas.
Gran
susto se llevó
al
ver unas huellas grandes
con
su vista las siguió
hasta
perderse allá adelante.
Con
cuidado las siguió mirando
Y
calóse su pie en ellas
Pero
¡cuéi! No le sirvió
Ni
metiendo con cuidado el otro pie.
Eran
grandes las pisadas
Pisadas
nunca vistas
Pero
era cierto y allí estaban
Tan
horribles, tan enormes.
Compadre
las siguió
Con
igual miedo y entusiasmo
Que
del hambre y la marisca[2]
Ni
siquiera se acordó.
Avanzaban
aquellas huellas
Por
bien trazados senderos
Derribando
por doquiera
Troncos
gruesos y pesados.
Y
los árboles pequeños
También
yacían derribados
Y
las rocas trituradas
Y
las hojas aplastadas.
Siguió pariente
tras las huellas
Hasta
llegar a un caño
En
donde escuchó un ruido
Como
de gene pescando.
Corrió
rápido al rastrojo
Cuando
vio a aquel gigante
Estaba
cogiendo tortugas,
Camarones
y pescados.
Aquel
ser era el Boraró
Tan
temido por las gentes
Que
habitaban las malocas
De
la sombría selva.
Tenía
cabellos largos
Ensortijados
y rubios
Con
barba y grandes manos
Y
piernas alargadas.
Eran
azules sus ojos
Y de
un mirar sereno
Y
era tan velludo su cuerpo
Que
no parecía desnudo.
Junto
al caño en seco tronco
Colgaba
su vestido blanco
Una
túnica inconsútil
Bella
cual horizonte.
Según
decían los viejos
Hechiceros
de malocas
La
túnica inconsútil era
La
fuerza toda
Del
horrible Boraró
Y le
daba protección.
Por
lo cual cuando pariente
Miró
sin túnica a Boraró
Sin
miedo y como un valiente
Corrió
por ella y la caló.
Al
dase cuenta Boraró
Dejó
escapar un grito seco
Tan
horrible que arrancó
Muchos
árboles del suelo.
Pariente
se llenó de pánico
Al
ver al monstruo horrible
Acercársele
de frente
Y
con gestos muy terribles.
Como
a los diez metros
Antes
de llegar donde pariente
Detúvose, Boraró y con un anzuelo
Arrebatóle
la túnica al instante.
Salió
volando la túnica de cuerpo
Halada
por la fuerza de Boraró
Y
posose pronto en su cuerpo
Que
de blanco convirtió
Ah,
infeliz que osaste
Enfrentar
a Boraró
Despojado
de las prendas poderosas
Y
frente a ti el gran señor?
Sufre
tu osadía
Mientras
aguardas el golpe fatal.
En
esas Boraródejóle como hipnotizado
Quieto
y callado como roca
Y
tomándole la mano
Lo
condujo a su maloca.
Era
por allá lejos en la selva
Muy
lejos de nosotros
La
tierra temblaba a su paso
Y
las ramas quedaban deshojadas.
Allí
vivió cautivo
Con
señora de Boraró
Y
con su hijo pequeñito
Que
le llamaban Patá.
Boraró
le había dicho
Que
si se picureaba lo mataba
Y lo
echaba a la olla
Para
comérselo cocinado.
Lo
que más lo horrorizaba
Era
cuando la señora lo miraba
Era
gorda, muy gorda
Y
con su mirada quemaba
Cuando
un día Boraró
Salió
de nuevo a pescar
Pariente
mio se escapó
De
aquel lugar infernal.
La
señora de Boraró
Al
darse cuenta de esto
Emitió
un grito veloz
Que
cruzó raudo la selva:
Boooooraaaaaróóóóó…
Pariente
corrió rápido
Como
rayo que se desprende
Y
veloz por los aires se aleja
Del
roce de las nubes.
Saltó
por sobre juncos, palos, cañadas
Hasta
llegar
A un
lugar muy ancho
Con
caminos y hondonadas
Más
abajo había un potrillo
Y un
viejo pescando casi dormido
Que
con su instinto selvático nativo
Quedó
sorprendido por el ruido.
-
¡Boraró, Boraró viene! – le dijo al viejo –
Y
arrebatados ambos por el susto
Remaron
por el caño hasta la casa
Y no
sé de dónde sacarían músculos.
Y
remando por delante de las estelas
Que
dejaban sus veloces remos
A lo
lejos se escuchaba un grito
Prolongado
y seco:
Boooooraaaaaróóóóó…
2
GUAVIARE
De
cantos y perfumes
Enarbolaste
mi tierra
Guaviare,
Guaviare
Eres
mi tierra y tu sangre
La
llevo entre mis venas.
Somos
una sola raza
Porque
tu sangre la confundí en la selva
En
barracas y siringas[3]
En
la pesca y la marisca.
Guaviare,
Guaviare
Son
tus ríos tan esbeltos como el tigre
Son
hermosos como el sol naciente
Y
frescos como las madrugadas.
Te
quiero Guaviare
Porque en mi sangre llevo
Una
raza orgullosa de colono
Confundida
en la simpleza del indígena
Y un
acento de puro colombiano.
Nací
en una siringa
A
orillas del Vaupés
Fui
recorredor de caminos
Buscando
caucho pez.
Vine
del Tolima,
Huila y Santander
en
Antioquia dejé mis mulas
mi
zurriago y mi carriel
También
llegué de Boyacá
Dejando
sus montañas
Para
cuidar esta tierra
Que
llevo en mis entrañas
La
selva guaviareña
Que
es la misma colombiana
Se
yergue eterna e impetuosa
Sobre
el fértil llano.
Guaviare,
Guaviare
Yo
te llamo
Unido
en la selva a mis hermanos.
3
EL VAUPÉS QUE YO ADORO
El
Vaupés que yo adoro
Nació
conmigo cuando nací
Y
desde entonces lo he querido
Cuando
a una linda flor carmesí
Me
cuenta abuelo que desde niño
Pescó
en el rio para comer
Mambiaba[4]
coca y molía caña
Enel
trapiche para beber
Bebían
chicha todos lo hombre
Y
las mujeres –claro- también
Y la
maloca quedaba llena
Con
todo bailando hasta amanecer.
En
el rio sólo se oía potrillo
Y el
grito seco en las cachiveras
Del
rio manso que se embravaba
Contra
las rocas de las riberas.
Me
cuenta abuelo que en este rio
Hubo
mucho silencio y paz
Y
que nunca castigó tan fuerte
Como
lo hace ahora y cada vez más.
Y
que hubo un día que se asustaron
De
ver un pájaro volar arriba
Y al
alejarse en el azul cielo
Dejaba
una raya por donde iba
Y que también sintieron temor
Cuando
miraron hombres distintos
Pues
traían todos sutiros[5]
raros
Y una cruz en el corazón.
Ahora
que abuelo es viejo
Y yo
soy joven como era él
No
me resigno a esta vida
Que
nos vinieron a imponer
Por
eso estoy estudiando
Para
otras coas yo conocer
Y
para decirle al abuelo cuando vaya
Que
hubo una Colombia como el Vaupés.
4
OH, MADRE DE LA SELVA
Cuánto
te quiero oh, madre de la selva
Que
en el monte mi ser forjaste
Llevándome
en tu vientre cada día
Hasta
la hora que en el rancho me dejaste.
Desde
niño me cargaste en tu cadera
Y
más antes en la hamaca me arrullabas
Cuando
yo, sin saber por qué, lloraba
Y al
instante con tu arrullo de consolabas.
Cuando
me hice un hombre jovencito
De
los nueve a los dieciséis años
Yo
iba viendo en tus espaldas cansaditas
Los
golpes y las llagas de los años
Oh,
madre, tu semblante me recuerda
El
rostro enlutado de la virgen
Y el
dolor de muchas caras niñas
que
en la maloca de dolor gimen.
Madrecita
de la selva, con olor a rio[6]
Con
olor a monte, a monte fresco
Con
ojito negros y cabellos viejos
Con
dulzura plena y un amor gigantesco.
Madrecita
de la selva eres tú mi vida
Tu
pericia es como la de un tigre
Tu
simplicidad como una mañana
Y tu
corazón como un mimbre
Yo
te quiero madrecita de la selva
Porque
en mi sangre llevo con orgullo
Una
raza pura de indígena
Y un
cutis moreno como el tuyo.
5
HERMOSA CUBEITA
Cubeita
tan hermosa
Cubeita
tan morena
Que
me llenas de ternura
Con
tu risa tan serena.
Cuando
te miro en el porillo
Remar
con ansias hacia la chagra
Me
voy alegre por el pescado
Para
esperarte cuando regreses
Ya
por la noche con mis compadres
Nos
reunimos en la maloca
El
ajicero con el casabe
Y la
yucuta esta está muy sabrosa.
Cantando
alegre quedo en mi rancho
Mientras
alisto ya mi pertrecho
Me
voy remando por el remanso
Con
mi linterna y mi potrillo.
Por
la noche cuando llego
Cierras
tus ojos en la hamaca
En
silencio paso a tu lado
Y en
el rincón dejo la lapa.
6
VAUPÉS QUERIDO
Vaupés.
Vaupés te claman
Tus selvas
y tus ríos
Que
nacieron en la espesura
de
tu seno virginal.
Vaupés,
Vaupés hermoso
Mi
querido Vaupés
Con
tu selvas tan calladas
Y
tus ríos tan suntuosos.
En
silencio corren tus aguas
Antes
e ver la cachivera[7]
En
silencio vive la gente
¡Ay,
si ustedes vieran!
La
nobleza de tu raza
Los
blancos no la entienden
La
simpleza tú posees
Y
ellos no la tienen.
Vaupés,
Vaupés querido
Tu
selva me da abrigo
¿Por
qué no quiero entender
Que
eres puro como un niños?
Otros
hombres te buscan
Para
extraer tu riqueza
Pero
al cielo te aseguro
Irá
toda tu pureza.
Eres
la privilegiada
De
Dios entre la tierra
De
noche brillan las estrellas
Alumbrando
tus malocas.
Por
eso nunca lloras
Como
llora mi Colombia
Oh,
inmensa selva
Que
los blancos amen tus sendas.
7
CANTAR DE MI SELVA
Cantarle
a mi selva
En
este poema quiero
Hacer
que me escuche
Como
el cantor primero
Como
a la garza que en su vuelo
Se
tragó al inmenso río
Como
al cerrillo[8] que
veloz
Cruza
los senderos.
Cantarle
a mi selva
Que
me sirvió de cuna
Y como
mi selva
No hay sino una
Porque
en ella el rio
Es
su más grande amigo
Como
es el potrillo
Y el
arco mío.
Correr
por los montes
Como
una gacela
Divisar
desde riscos
La
selva entera
Correr
entre juncos
Trepado
a las ramas
Mirando
hacia el rio
El
beber de las lapas.
Mirar
a mi rancho
Y en
él mi familia
Preparando
el pescado
Para
luego la cena
Porque
hoy fue día
De
tradición comunal
Y
todos lodos hombres
Fueron
al morichal.
Ayer
por la tarde
Pelaron
la danta
Y
hoy comida para todos habrá
Las
mujeres todas
Hicieron
casabe
Y el ajicero no faltará.
Después
de la cena
Conversaremos
felices
Con el maestro
De
la escuela rural
También
es de lujo
Mambear
nuestra coca
Pero
sólo los viejos
La
tendrán en la boca.
La
chicha de piña
Muy
pronto estará
Para
recibir al misionero
Que
muy pronto vendrá
A bautizar a los niños
Que
este año nacieron
Y
después de la misa
Nuevamente
se irá.
Mañana
saldremos en mi potrillo a pescar
Y
desde lejos veremos el gran raudal
Y
como está crecido
Iremos
por el guachinacán[9]
Remando
en silencio,
Casi
sin hablar.
La
cachivera de Tatú[10]
Creo
que se puede pasar
Si
no hay una piedra
Que
nos haga trambucar
Ojalá
que el remolino
Se
encuentre pequeño
O sino el potrillo
Se
nos va a voltear.
Ah,
suerte que tuvimos
Al
pasar la cachivera
Más
allá vimos al tigre
Echado
en la rivera.
Al
regreso de la caza
Casi se nos hunde el potrillo
Pues
siempre traía peso
Además
del feroz tigrillo.
Por
la noche lo pelamos
Bajo
la luz de un turí[11]
Y
vendimos su piel
Cuando
estuvo seca.
Qué
suerte la nuestra
A la
mañana siguiente
Nos
la cambió un comerciante
Por
tres de aguardiente.
También
nos cambió jabón
Y
para los niños pitos
Por
quince balayes
Y
canastos chiquitos.
Prendió
una caja que canta
Y
nos ofreció regalarla
Si para cuando volviera
Le
dábamos la ganga.
Panema[12]
el tipo ese
Si
acaso no conocemos un radio
De
los que venden en los almacenes
De
la aldea grande
Donde
llegan aviones
Y
gente importante
Con
poderes y carros
Y
Sutiros galante.
Y
aunque de letras
Sé
más bien poco
Seguiré
queriendo a mi tierra
Como
el blanco a su oro
Y
aunque vivo en la selva
Del
gobierno olvidado
Seguiré
queriendo a Colombia
Como
el pez a su río.
Y a
ti selva que no lloras
Como
llora mi Colombia
Te
llevaré siempre en mi pecho
Como
el amante a su novia.
Esto
que les he contado
Salió
demi pensamiento
Para
que de mi Colombia
Tengan
más conocimiento
Y
espero que les sirva
Para
que amen su mundo
Y
cierren el abismo
Que
hay tan profundo:
El
que abrió algún gobierno
Desde
su hermoso palacio
Al
crear dos colombias:
Una
de indios y otra de blancos.
8
SELVA, LA INFINITA
Selva
gigante y desconocida
En
silencio a tus ríos ves correr
En
ti se mese la vida
Que
alguien quiere perecer.
Selva
oscura, verde selva
Selva
de aves y de ruidos
Selva
de aguas, aguas claras
Y de
cantos infinitos
Selva
de paz y de sosiego
De
barracas y riberas
De
ríos silenciosos
Que
hablan en las cachiveras.
Selva
fresca sin sofocos
Sin
hambres ni miserias
Con
grandes manantiales
Con
cantos y leyendas.
Selva,
rio, rio puro
Gentes
simples y amables
Con
malocas y raudales
Y de
costumbres admirables.
Selva espesa e impetuosa
Con claros y sabanas
Eres
virgen hermosa
Que
anuncian las campanas.
Selva
grande que me abrigas
¿Dónde
está tu corazón?
Quiero
selva que me digas
Para
entonarte una oración.
9
MADRES DEL VAUPÉS
Para
todas las madres
Que
hay en el Vaupés
Son
estos versos del alma
Inspirados
en sencillez.
En
la sencillez de esas madres
Que
dieron a luz en los montes
A
los hijos dorados por el sol
Cuando
saltaban en sus vientres.
Para
las madres del Vaupés
Para
las blancas y mestizas
Pero
muy especialmente
Para las indígenas cobrizas.
Madres del Vaupés
Que recorrieron los caminos
E incansables en sus cuadriles
Llevaron a sus niños.
A
ellas, las madres de otras lenguas
De
una cultura bella
Forjadoras
de las chagras
Y de
una personalidad sencilla.
A
ellas van estos versos
Que
nunca serán tan finos
Para
cantar las verdades
De
sus corazones peregrinos
Madre
blanca, madre indígena,
Madre
negra y mestiza
Madres
del Vaupés sembradoras
De
chagras de sonrisas.
Madres
de malocas
Madres
de bohíos
Madres
lavanderas
E n
las riberas de los ríos
Madres
solitarias
y
extrañas en ciudades
los
blancos no han conocido
todas
tus verdades
Por
eso las admiro madres
Que ufanas
viven en la selva
Sólo
saben del canto de los ríos
Que
en silencio abren las sendas.
Madres
de los montes
Madres
de la selva
Del
Vaupés con aldeas grandes
Cúbranme
con sus prendas.
10
MITÚ
Oh,
simpleza no esmaltada
De
mi pueblo candoroso
Que
vives en mi selva
Estoy
de ti tan orgulloso.
Acoges
sin rencores
A
propios y a extraños
Sin
distingos de colores
Desde
tiempos de antaño.
El
agua purpurina
Que
el río te ofrece
Se
besa con el cielo
Y a
tu alma la estremece.
Tucanos
y desanos
Blancos
y cubeos
Viviendo
como hermanos
Sin
hambres ni jadeos.
Mitú,
noble y callado
Con
tu cielo y tus contornos
Amparado
por la selva
Y
alimentado por tus aguas.
Con
tus calle ancestrales
De
nativos y colonos
De
pujanza misionera
Y de
montes como adornos
Naciste
al golpe del machete
De
la pica y el azadón
Al
golpe de unos hombres
Con
Cristo en su corazón.
Con
sus manos jadeantes
Y
los hombres de mi tierra
Forjamos
un pueblo en la selva
Como
insignia de grandeza.
11
NOCTURNO CACHIRÍ[13]
De
la selva a la montaña
Del
Vaupés para Colombia
Son los cantos de esta tierra
Un
fruto de gente extraña.
Al
repique de tambores
De
flauta y carrizos
En
sus bocas suenan pitos
Y en
sus cuerpos los colores.
Suenan
gritos prolongados
Que
suben veloces
Las
pare4des de la maloca
Hasta
quedar ahogados.
Las
luces del turí
Todavía
no se consumen
De
afuera unos ojos miran
Son
los ojos del paipí[14]
Las
mujeres van caminando
Llevando
en la mano la olla
Para
repartir la chicha toda
Mientras
los otros van cantando.
La
noche queda en silencio
Allá
en el lejano monte
En
el río una garza grazna
mientras
árbol nace.
El
río duerme en su cauce
Y
arrullándose en la noche
Baja
en silencio un bote
Solitario,
sin inmutarse.
Baja
despacio el potrillo
Que
las olas, más arriba,
En
el lugar donde siempre iba
Lo
soltaron suavecito.
La
noche lo cubre todo
Y
suave lo arrulla el viento
Una
lapa para su aliento
Y de
sangre se tiñe el lodo.
Otro
boga en la noche
Oscura
y movida por la brisa
Le
regala al espacio una sonrisa
Por
la lapa muerta.
Y el
bote que en la noche solitario
Presenciaba
aquella escena horripilante
dolorido
siguió para adelante
sin
a las aguas hacerle un comentario.
Escuchando
el canto de un tambor luctuoso
Que
en la noche repicaba con su eco
Y un
grito se extendía seco
Por la
selva hasta un lugar fangoso.
12
DE LA SELVA A BOGOTÁ
Ya
llegué a la ciudad famosa
La
que llaman Bogotá
Levantada
desde siglos
Con
la sangre de los indios
Con
látigos y grillos
Del
verdugo conquistador.
Llegué
aquí desde mi patria
De
selvas majestuosas
De
ríos grandes e impetuosos
Que
corren por la selva
Bañando
los condados
De
las inmensas sabanas.
Vine
aquí porque hace tiempo
Me
habían dicho algunos blancos
Que
aunque viviera yo en la selva
Desnudo
y sin carros como ellos
También
era colombiano.
Dijeron
para mí también
Que
éramos iguales
Por
una tal constitución
Elaborada unos cien años
Por
doctores instruidos
Para
dar a todos oportunidad.
Vine
a ver si eran tan ciertas
Aquellas
peroratas
Que
me enseñaron en la escuela
Abandonada allá en el monte
Con
un tablero ya pasado
Y
con paredes de bahareque.
Vine
a comprobar también
Lo
que decía en los rosarios
Cantados
por monjas y curas
En
las misas obligadas
De
aquellos internados.
Vine
ahora que soy grande
Y ya
libre puedo pensar
Porque
no entendía muchas cosas
Llegadas
a mi pueblo
Ideas
y elementos
Pero
sólo para unos uno más.
Tuve
que rendirle pleitesía
A
unos señores blancos
Venidos
desde afuera
Mandados
por un tal gobierno
Residente
en Bogotá,
Que
nos venían a mandar.
No
pregunté nunca nada
Por temor a esas caras
Que
repartían el presupuesto
Desde
lujosas oficinas:
Educación,
carreteras
Y
planes de vivienda
Para
todos los nuestros.
Ya
saben por qué me inquieto,
Es
que no podía entender nada,
De
chico aprendí una cosa
Y de
grande me encontré con otra
Caminando
por mi pueblo
Pobre
pero contento.
Llegué
a la ciudad moderna
De
carros y avenidas
Con
luces que no duermen
Cuando
ya se hace tarde
Como lo hacen en mi pueblo
Por
falta de combustible.
Vi
gentes elegantes
Con
vestidos, con zapato
Paseándose
en los parques
Donde
se quedaron los héroes
Que
me enseñaron en la escuela
De
mi selva solitaria.
Recorrí,
incansable, calles
Y
crucé las avenidas
Escuché
a los doctores del palacio
Y
observé a los militares
Pisoteando
libros ensangrentados
Y
disparando sus fusiles.
Después
de tanto andar
Casi
exhausto, sin aliento
Conturbado
en mi adentro
Por
tanta desigualdad
Tantas
mentiras que nos enseñaron
En las escuelas veredales.
Y
allí, tendido en aquella acera
Atestada
de papeles
Veía
pasar a los niños
Con
sus caras rosaditas
Deambulando
la ciudad
Sin
madre y sin hogar.
Vestidos
con harapos
Recogidos
en basureros
Comiendo mil inmundicias
Recogidas
en canecas
Instaladas
en las calles
De
esta cultural ciudad.
Al
fin llegué a Bogotá
A
ver esa patria de los libros
Tan
hermosa, tan culta y tan sabia
Llegué
creyendo encontrarme
Con
un dorado paraíso
De
paz e igualdad.
Pero
no; no lo encontré.
Encontré
lágrimas
Que
nunc ame enseñaron
Encontré
desigualdades
Que
siempre me ocultaron
Los
libros oficiales.
Oh,
Colombia
Qué
distinta eres
Cuánta
farsa
Qué mentiras
Qué
mentira dicen
Tus
voceros oficiales.
Ahora
me levanto
Y me
voy de Bogotá
A
aviarle a mi gente
Cómo
es Colombia de verdad,
A mi
gente de mi selva
Y de
mi pueblo natal.
A mi
gente tan sencilla
Que
siempre ha dicho sí
A
los politiqueros
Que
aparecen por allí
Cada
dos o cuatro años
Cargados
de regalos.
Voy
a decirle a mi paisanos
Que
no digan ya más sí
Porque
Colombia nuestra patria
No es
como la pintan
Los
oradores de corbata
Gente
amiga,
Gente
humilde:
Escúchenme
por favor
Vengan
a conocer mi patria
Conocerla
en su prisión
Y
decídanse a hacer su transformación.
13
MADRE DEL MONTE
En
la selva vivo yo
En
la selva vive ella
Es
mi madrecita bella
La
que en su seno me llevó
Madrecita,
madrecita
En
tu día yo te canto
Y hoy la selva con su manto
Te
besó la cabecita
Muchas flores yo te ofrezco
Entre
lágrimas oh madre
Pues
a ti y a mi padre
Yo
mucho desobedezco.
Un
besito de tu boca
Yo quisiera que me des
Sentirme igual que los bebés
Pues
mi corazón lo evoca.
Madrecita
morenita,
Con
tu pelo largo y negro
Cuando
te veo me alegro
Igual
que una florecita.
Madrecita
de mi monte
Madrecita
de mi pecho
Hoy
descansaré en tu lecho
Hoy
canta claro el sinsonte.
Para
ti soy madrecita
Déjame
que te abrace
Para
que en tu cuello engarce
Un
collar de rositas.
14
LA BANDERA MONFORTIANA
En
el asta de hierro
O en
las ramas de un dorero[15]
La
bandera colombiana
Cual
ancestro de guerrero
Ondea
orgullosa, lo mismo
Que
el pelaje del becerro
La
bandera monfortiana
Que
es la misma colombiana
Sube
altiva por el tronco
Del
árbol junto al puerto
Donde
atracan las canoas
Para admirar el tricolor.
En
la frontera colombiana
Límites
con el Brasil
Unos
niños de una raza
Indígena
por excelencia
Entonan a la bandera un himno
Que
en el río se retrata.
Con orgullo
de patria
Dese
la costa a la frontera
Le
canto el himno a Colombia
Desde
una base misionera
Con
el distintivo de mi raza
Y una lengua galopera.
La
bandera monfortiana
Igual
que todas las banderas
Se
levanta hoy en izada
Hasta
el copo de la selva
Alzada
por voces indígenas
Hasta
perderse en los confines.
Hoy
lenguas orgullosas
De
nativos de la selva
Desde
Monfort, junto a Brasil
Le
cantamos con orgullo
A la
bandera de Colombia
Heredera
del Paujil.
15
QUIETA ESTÁ LA HAMACA
Qué quieta está la hamaca
En
donde duerme mi mamá
Qué
silencio el que escucho ahora
Oh
dios, qué pasará?
Esta
tarde llegó pariente
Que
vive lejos allá en el monte
También
llegaron los de cachivera
Cuando
el sol de perdió en el horizonte.
Mi
padrecito prendió un turí
Alrededor
de la hamaca quieta
Yo
en un banquito quedaba quieto
Y en
mi mano tenía una vela.
Ellos
en lengua rezaron cosas
Yo
en castellano recé a María
Para
que a mi madre que está muerta
Le
diera el cielo y mucha alegría
Seguramente
mañana lleven
A mi
madrecita lejos de mí
Yo
no quiero que se la lleven
Aunque
sea muerta la quiero aquí.
Mujeres
están llorando
Al
recordar viva a mi madre
Con
una mano una me consuela
Mientras
se acerca llorando mi padre
Su
mano fuerte coloca en mi hombro
Y me
mira con ojos de tristeza
Yo
casi no comprendo nada
Cuando
la carita de mi madre besa.
Hoy
yo no tengo sueño
Como
el que sentía otras noches
Hoy
cuidaré a mi madre
Para
que no se la lleven
Mientras
duermo.
16
PADRE Y MADRE
La
noche se extiende oscura
Sobre
la solitaria selva
La selva se quedó sin luna
Y el
sol no siguió du senda.
A mi
rancho lo cubrió la noche
Y mi
alma se cubrió de luto
Pues
en esta oscura noche
La
muerte se llevó a mi esposa.
La
noche sigue oscura
Mi
alma aún está en sombras
Mi
madre se quedó en penumbras
Y el
niño en la hamaca llora.
Un
hijo tuvo mi esposa
Apenas
hace dos horas
Su
cuerpo todo se bañó de sangre
Y de
su boca salió un lamento.
Llora,
llora, inocente el niño
Acostado
en su hamaca nueva
Es
frágil y morenito
Y
por un momento me hace olvidar.
La
hamaca nueva donde el niñito
Descansa
ahora su cuerpecito
Se
la bordó mi esposa con el hilito
Toda
la tardes en el banquito.
Ahora
yo seré su madre
Resignado
a vivir solo;
También
yo seré su padre
Lo
mismo que su hermano
La
noche aún está oscura
Mi
alma aún está en luto
Que
mala ha sido mi suerte
Oh Dios
de los caminos.
17
SIN MADRE
Mamá
mía que te fuiste
Hace
tiempo de este mundo
Y
muy solo me quedé en el monte
Mirando mi pesar profundo
Otros
tienen su madre
Yo
no tengo la mía
Por
eso vivo triste
Y me
falta la alegría
Si
mis amigos superan
Cuánto
dolor yo siento
A mi
lado correrían
Para
darme mucho aliento
A
veces lloro en los rincones
Triste
y solitario mi dolor
Qué
triste es ser huerfanito
Qué
triste es vivir sin amor.
Cuando
lento llego al rancho
El
abuelo me consuela entre sus brazo
Hijo-tu
madre está en el cielo-dice-
Mientras
ingiere el mingao[16] a tragos.
Abuelo,
qué triste es vivir sin mamá
Ya la
chagra se encuentra abandonada
El
rallador se lo ruñe el comején
Y la
hamaca de élla está doblada.
Triste
está el abuelo más que yo
Lágrimas
corren por su cara ya arrugada
Comprendo
que yo no se sufrir nada
Pues
otros sufren más que yo.
18
FORÁNEOS
De
la selva a Nueva York
Y de
Nueva York a la selva
Por
sobre la gente y el monte
Se
remonta la avioneta.
Trae
a hombres de ciencia
Y
lleva a hombres desnudos
Ala base de Lomalinda
A estudiarles todas sus lenguas.
Aterrizan en el monte
En sus muchas pistas secretas
Llevando consigo muestras
Que sacan en la avioneta
Dicen ser antropólogos
Estudiosos de culturas
Cautiva a los nativos
Con sus lujosísimas jergas.
Los criollos no tienen un avión
Cómodo para viajar
Ni avionetas con motor
Que les faciliten trabajar
El gobierno se arrodilla
Dice un hombre de mi tierra
Pero con uno no basta
Tendremos que irnos en pandilla
Los hombres demi selva
Están todos en la miseria
Sabiendo de sus riquezas
Y muriéndose de histeria.
Y si un hombre quiere hablar
Un hombre demi tierra
Para sus derechos reclamar
Tiene que volarse pa’ la sierra.
Y toda la selva entera
Sabiendo que es colombiana
Se la llevan en aviones
Y a girones desgarrada.
Con suero en sus pulmones
Y del gobierno abandonada
Se llevan a la selva mía
Casi muerta y desangrada
Y yo que vivo de la selva
Qué he de hacer para evitarlo?
Quiero hermanos que me ayuden
Para nuestro honor salvarlo.
19
ME ENAMORÉ DEL VAUPÉS
Ahora
estoy enamorado
Pero
no de mujeres bellas
Sino
del monte, los ríos
Del
Vaupés y las estrellas.
Ya
encontré un amor más puro
Y lo
hallé en la blanca espuma
De las
frescas cachiveras
Y en
el eco del tigre cuando bufa.
Me
enamoré de los manantiales
Que
brotan a chorritos
De
las recias piedras
Y
que saltan suavecitos.
Me enamoré
de la magia del agua transparente
Que
corre límpida por sobre el cristal de las arenas
Y al
precipitarse se transforma en blanca espuma
Que semeja
la altivez de una sirena.
Hasta
el moriche, con sus hojas hasta el suelo
Su
esbelto cuerpo cubierto por sus palmas
Sus
verdes ramas erguidas hasta el cielo,
Me
dejó una honda huella en el alma.
Me
enamoré de todo
Y
olvidé hasta lo placeres
Para
cuidarte Vaupés siempre
Con
tu gentes
Y
rodos tus haberes.
Ahora
estoy enamorado
De
lo que siempre quise tener
Del Vaupés,
pequeño monte
Para que no me digan
Que
no se querer.
20
AHORA SÉ
Ahora
sé por qué te quiero tanto Vaupés
Porque
en tu selva encontré esos ideales
Que
maduraron por año en mi mente
Y
que pude ver en los grandes raudales.
Ahora
sé que los cantos de la selva
Y el
murmullo delos ríos silenciosos
Son
voces nativas excepcionales
Que
no tienen los blancos bulliciosos.
Ahora
comprendo tus selvas, Vaupés
Las lenguas
de tu gentes y el color moreno
Los
gritos prolongados y estridentes
Que
suenan en los cachiríes
Al
compás del tantán de los tambores
Yd
el brillo candente de colores.
21
LO QUE QUEDA DE UNA ESTIRPE
Navegante
indígena:
Detén
tu marcha un momento
Para
que le cuentes a este pueblo extranjero
Que
si se muere la selva
Es porque
en la maloca los payé
Ya
no soplan el humo con la fe
Que
les trajo Cuwai, el dios alfarero.
Déja
tus remos quietos
Y no
mires ya con asombro
Las
carcasas de motores
Ni
la finura de este puerto.
Ah,
ya adivino tu asombro
Es
que ves algo nuevo
Ah
sí, esto lo trajo un pueblo
Un
pueblo para ti extranjero.
Pero no temas navegante indígena
Lucir
junto a la voladora el potrillo;
Él
con su hosco y redondo casco
Será
el heraldo testigo de tu raza
Si
tiene corva su estampa
Fue
de tanto navegar sobre el cielo
Que
reflejaba su cara en las aguas
De donde
tomaba sus postreras lágrimas.
Acércate
y dile a este pueblo asombrado
Ah,
pero tampoco le hablas
Descifrar
lo que dices?
No,
tampoco entienden tu lengua indígena
Pero
no tengas vergüenza de hablar como tus padres
Pues
si es fina la piedra
Esa
que nació de los veranos
Fue
porque brotó de tu palabra
para
que hablaran también las aguas.
Siéntate
y descansa
Y no
me diga nada
Pues
ya adiviné en tus gestos
La
historia y la pujanza de tu raza
Y en
tus callos y tus pies descalzos
Adiviné
que es simple la vida en la selva
Y
que es frentera tu estirpe
Que
nació doblegando al tigre.
En
tu pie descalzo y grueso
Veo
varadores[17] lejano
y pisadas de cientos de cafuches que osaste enfrentar
Y
cuando te perseguían
Riéndote
los dejaste en rezago
Y
entre tanto correr por entre junco y rastrojo
Al
fin se cansaron de ver
Que
te alejabas triunfante
En
la punta del alba.
Ellos
son testigos de las lágrimas
Que
brotó la tierra cuando parió a sus hijos
Esos
grandes troncos siringueros
Que
nacieron firmes entre raíces
Y
son testigo del fatal desgarre
Que brotó esta madre cuando vio la sangre hevea
Caer
de su hijo hurtada
Y no
volver nunca jamás a su morada.
Ellos
han recorrido montes
Y
huelen a cerro de misterios
En
donde está la Madremonte
Y
suena en el cerro una campana
En
donde tiembla la tierra
Y
habita el Boraró lejano
Que
se robó a la viejita triste
Para
que le endulzara sus años.
Esos
pies descalzos saben a rebalses
Que
parió este río sin dolores
Para
hacer de la selva inmensa
Una
esmeralda pulida por un rallo;
Y es
que si es llana la selva
Es
porque la allanaron tus pies de gente
Que
no pesan como bronce
Pero
pesan lo que pesa el alma.
Ellos
no temieron a las fieras
Ni
temieron enfrentar los raudales
Ni
temieron a la sangre de una espina
Que
profanó la virginidad del alma,
Ni
temieron a la noche oscura
Ni
temieron a chasquidos de cafuches
De
praderas que en manadas
Devoraban
la bravura de los tigres;
Ellos
no temieron porque son de tiempo
Que
vuela sobre flores y espinas
Y
recorre los caminos y los valles
Con
la misma facilidad del agua;
Y el
tiempo nació de las entrañas
Artesanas
de tu humilde raza
Que
vivió en una laguna con un güío
Y
una chucha que tenía legua humana.
Ahora
veamos tus rodillas firmes
Ellas
no tiemblan porque son de esperanza
Y en
ella e ha grabado arrugas el pasado altivo de tu casta
Ellas
nos e doblan porque son de sangre
De
esa sangre indígena que dobló al crepúsculo
Cuando
este le apuntaba al alma.
Ellas
han izado a media asta pantalones
Que
les trajo este pueblo extranjero
Y que tienen en
sus ruedos recuerdos
De
una estirpe lejana de arrieros
Ellasno
se doblaron jamás
Porque
las humillaciones eran luceros
Que
cantaban sus trinos al alma
Desde
ese crepúsculo que se arrebolaba en las tardes.
Ellas
tienen cicatrices de llorar descalzas
A
esos hijos suyos que murieron peleando
Para
darles a su tribu la grandeza
Y un
título de dueños de la selva.
Y
esas no fueron heridas, sino banderas
Que
ondearon en los fuertes de estos ríos
Construidos
para defender malocas
Con
palos que tenían la piel de corazones.
En
ellas está el pasado épico de tu pueblo que tenía la voz de cerbatana
Pero
que al soplarla no sopló más puyas
Sino
un futuro de esperanzas
Y esa
esperanza la sopló el payé
Sobre
cada niño de su raza
Y el
payé murió de viejo después
De
ver la paz calentarse sobre un tiesto.
Si
quiere que hable de tus manos
Tendrás
que dejar que oculte las mías
Pues
las mías no nacieron de raíces
Como
las que brotaron en tu suelo firme
Las
mías son de un pasado gris
Y
huelen a semen de un continente lejano
Que
violó a mi raza pretérita en sus campos
Cuando
sembraban yuca y fumaban su tabaco
Ellas
brillaron en su génesis
Porque
tenían la pulcritud de Dios
Eran
cual dos báculos sagrados
Para
ofrendar plegarias en lso altares;
Pero
un día esas manos se bajaron
Y
esa raza expiró en los corredores
De
haciendas y latifundios levantados
Por
esa raza extraña de conquistadores.
Ahora
déjame que lea en tus manos
Ese
capítulo inédito de la historia
Que
escribió tu raza sobre las rocas
Con
pinceles eternos de memoria;
Ese
capítulo de tumbas, de quemas y chagras
Que
lo inspiró aquella india que parió en el monte
A
esa estirpe que midió su fuerza
Con
la hebra azul del horizonte.
Y
esas líneas dibujadas en tus manos, navegante
Son
simplemente el croquis de estos ríos;
Ellas
son el camino de un pueblo sementero
Que
construyó entre dos caños
Su
chagra de ensueños;
Ellas
trazaron tu itinerario rudo
De
cien días a remo por los ríos
Inírida,
Guaviare, negro, Papurí
Y
luego arrastrando en Varadores
Salieron
por fin a fundarse aquí.
Tus
mano don ligeras capitán del río
Porque
las acostumbró el arco desde niño
A
alcanzar con las flechas los veloces cuellos
De
las blancas garzas
Que
tenían en el sol sus nidos
Y
dicen que aún hay garzas que agonizan
En
ese garcero que se ve en las tardes
Y que
desde entonces se acaban los días
Pues
cada día es el alma de una garza.
De
esos remos y ese guaral pequeño
También
fueron artífices tus manos
Y
ese potrillo y ese poco de fariña
Fueron
tus compañeros de pesca en los caños
Ese
potrillo curvo que lo hicieron tus manos
No
solamente llevó tu cuerpo
Sino la esperanza
Llenas
de lapas y pescados:
Pero
eso era en ese tiempo
Cuando
aún no habían muerto la garzas.
En
verdad tus manos fueron bastimento
De
tu pequeña muestra de raza
Que
tenía como museo una maloca
Y
como visita a un chajoco[18]
Que
cantaba su desamor al alba.
Y a
un perrito flaco marisquero
Que
vivía enamorado del paipí
Y de
una morroca y un morroco
Que
adoraban las crestas del paujil.
Ahora
navegante veo ese gran pecho
Que
no lo adornan paños ni corbatas
Ni
huele a perfumes damiselos
Ni
se alza vanidoso a una alabanza;
Sino
que está desnudo simplemente
Y no
tiene más perfumes qu el sudor
Ni
más orgullo que esa insignia
Que
palpitan en cachiri desde el corazón.
Y
ese escudo que guarda tus ideas
De color
moreno, dondela sangre hierve,
No
es solamente tu cara, navegante
Sino
que es el facsímil impreso de la selva
En
ella se refleja con profundidad la historia
De esa
biblia que guarda sus historias
Y
explica por qué se está muriendo la patria
De
guayucos, danzas y carrizos.
Y
explica por qué tu padre el Cúwai
Escogió
como ciudad la selva
Para
fundar allí su imperio
Y su
cultura enigmática de lenguas
Y
dice cómo se extinguió la fuerza
De
esa voz lozana de los viejos
Una
tarde cuando llegó un blanco
A
enseñarles a ser indios buenos.
Y
esas arrugas que en losblancos son delgadas
En ti son gruesas porque son de pasado
Y
ayer la selva era tan espesa
Que
entre paso y paso había un árbol
sembrado.
No había
potreros ni parcelas divididas;
Se
veían las lapas, cafuches, dantas
En
los campos libres;
Y
los montes llenos de pepas silvestres
Eran
tu arado.
Esa vida de colores son tus ojos
Que
ahora se destiñen poco a poco
Ellos
sólo conocieron cuatro colores
El
verde, el negro, el azul y el blanco.
El
verde de la selva con el que pintó du historia
El
negro fue la noche de la muerte
El
azul el cielo techo de tu pueblo
El
blanco fue la luz eterna de tu raza.
Antaño
dicen que el monte fue un corazón sin piedras
Y el
rio era un guindo sin declives
Con
las que el viejo amarraba las penas
Y
colgaba en el centro el capitán su
hamaca.
Y si
el guindo de cumare se rompió
Fue
porque se rompió la historia de tu
pueblo
Y
rus ojos perennes se escondieron
A esa nueva raza que invadió tus predios.
Esas
fibras negras de tu pelo navegante
No
son producto de experimentos tardos
Sino
que fue una corona de azabache
Que
te ciñó una diosa
Cuando
sembrabas cantos.
Eso
fue en un cachiri nocturno
Cuando
danzabas cantando a las mujeres
Y
hablabas del piramirí que habría
Cuando
la subienda rebozara el cacurí.
Pero
esa corona de que hablo, navegante,
Ahora
es escasa y de un color gris;
Es
que ya tus hijos no quisieron heredarla
Ni
quisieron ofrecer más dabucurí[19].
Sí,
está triste tu cabello ahora
De
ver cómo nace en el rostro de tus hijos
Esa
afrenta de negar su raza
Y
que hace brotar desesperanzas.
Y
ahora,navegante indígena,
Embarca
ya en tu fiel canoa
Y
apenas mires a tu río
Piensa
que ya no es de agua
Sino
de lágrimas;
Y si
pasas por malocas solitarias
Desembarca
y remienda esos dibujos
Que
pintó el viejo.
Ese
payé lejano
Con
colores que sacó del alma.
Y si
tú no encuentras esos colores
Con
los que en un cachiri se engrandeció tu
raza
Por
favor, pero por favor te pido
Que
los pintes aunque sea con tu sangre.
22
LAS MUJERES DE LA SELVA
Yo iba entonces
Camino de mi vereda
Silbando como el viento
Al chajoco arremedaba.
Llevaba en el hombro las flechas
Bien puestas en el carcaj,
Bien sudoroso mi pecho
Y las piernas desnudadas.
Ya casi en fácil trote
A casa me aproximaba
Cuando escuché un tiro
Y un grito que me llamaba.
Tiré al suelo la lapa
De mi hombro ensangrentada
Yo la había cazao
Al salir a mariscar.
Sin pensar muy asustado
A mis piernas de venado
Imprimí gran velocidad
Y corría y corría
Como un cerrillo perseguido
Por un tigre bien hambríao.
No miraba los
obstáculos
Que tenía que pasar;
Pero allá más adelante
Sí que vi al río bien anchao.
A qué carrera yo iba, señores,
Que de pronto de un salto
Me encontré del otro lado.
A mi rancho de
palma
Ya estaba aproximao
Pude escuchar una fiera
Con mujer encarnizáa
En la puerta me detuve
Que estaba entre cerrada
Pero un gruñido violento
Me hizo retirar.
Volví con mi porfía
Y el miedo me embargaba
Mujer mía ensangrentada
Con la fiera se revolcaba
Y mis curumicitos[20]
En un rincón lloraban
Los tres abrazaditos
Miraban a su mamá.
Mujer mía como fiera
Peleaba muy alocada
Sus pechos ya eran rojos
Y su cara arañatada.
Rodaron a la puerta
Y yo volé hasta la cañada
Qué susto el que me dio
Cuando se me iban a acercar.
Igual como el gatico
Que a su presa va a cazar
Yo me fui muy despacito
A defender a mi mujer
Dejé el miedo que sentía
Bien guardado en el carcaj
Abrí la puerta con violencia
De una gran patada.
Vi los cuerpos en el suelo
Y caí encima de ellos
Con mis manos los golpeaba
Breándolos a lastimar.
Entonces me sorprendí
Que a mí no me hicieran nada
Fue ahí mismo que los vi
Ya casi sin respirar.
Tigre ya estaba muerto
Con un balazo en la nuca
Que fue el que yo escuché
Cuando venía embelesado
Esta historia que les cuento
No más es la pura verdad,
Mi mujer de las heridas
Ya está recuperada.
Y no crean que es mentira
Lo que ha hecho mujer mía
Las mujeres son valientes
Y pelean sin igual.
Y pelean con la chagra
Y son las que cultivan
En las tardes se les mira
Cargando el catumare[21].
Cuando llegan al rancho
La yuca van a raspar
Mientras en el fogón
Detres piedras
El pescado ponen a moquiar[22].
Y también cuidan al niño
que es el curumicito;
Lo arrullan y
lo cargan
Con ternura de verdad.
Las mujeres de la selva
Qué hembras pa’ trabajar;
No le tienen miedo al diablo,
Tampoco a la oscuridad.
Y siempre adornan el cuello
Con una culebra enroscada;
Dan la vida por sus hijos
Como les acabo
de contar.
Las mujeres de la selva
Qué hembras pa’ trabajar.
Las mujeres de la selva:
¡Si son hembras de verdad!
23
INDIO
Indio,
yo te vengo a traer en mi canción
Una
historia que te llegue al corazón
Con
los ríos y los bosques que se ven
En
la selva callada como dios.
Pero
indio, yo que ví tu fuerza
¿Qué
se hizo ahora?
Tómala,
la traigo en mi canción.
Antes
hubo muchas tribus poderosas, con valor;
Que
invadió y que sometió el conquistador;
Pelearon
por su tierra con amor
Pa’
dejarles de herencia a ustedes los de hoy.
No
te vayas, no te mueras por favor,
Que
la selva hoy vive sólo por vos;
La
chocita, es cierto, está tan triste;
Ya
la luz es muy poca en el fogón.
24
ALGUIEN LE ENSEÑÓ A MI VOZ
En
una noche de invierno,
Muere
una flor;
Pero
un día llega un hombre
Y le
da su calor.
Y en
esa humilde maloca
Un
niño canta:
Alguien
le enseñó a mi voz
A
decir la verdad,
Alguien
en mis manos dejó
Mil
saludos de amistad.
Y en
esa humilde maloca
Mil
niños cantan:
Alguien
le enseñó a mi voz
A
decir la verdad
Alguien
en mis manos dejó
Mil
saludos de amistad.
25
RIO INÍRIDA
Río
que corres, límpido y sereno,
Río
que mojas mi pueblo placentero;
Ese
eres tú, Inírida, Inírida, Inírida.
Río
no has muerto
Tampoco
yo y la garza
Lleva
en sus alas
El
color de tu alma.
Veo
en tus aguas
La
historia reflejada
De
una raza altiva y legendaria,
Veo
tus remos,
Veo
cantando a las cachiveras.
Río
te veo ahora llorando
Porque
tu raza ya casi va espirando;
Míra
a tu gente,
Llámala
que vuelva a su maloca.
26
TIEMPO DE SEMBRAR
Un
hombre va
Con
su hijo bajo el sol,
Machete
en la mano
Canasto
en el hombro
Porque
es hora de sembrar.
Indio,
es tu hora
La
cosecha llegará.
Un
hombre va
Con
su perro bajo el sol
Y la
mujer
Su
compañera
Que
jamás lo dejará.
27
LOS PESCADORES
Ahí
vienen los pescadores
En
sus canoas remando;
La
luna los va alumbrando
La
malla ellos van rodando.
Y
brinca el pescado
Y
jala que jala
La
boya se hunde.
Alegres
los pescadores
Regresan al rancherío
Ya
tienen al menos hoy
Comida
para sus hijos.
Descansan
los pescadores
Y le
dan gracias al río
Porque
él es como du dios:
Les
quita el hambre y el frio.
BIOGRAFÍA DEL AUTOR
Tiberio de Jesús Acevedo,
nace en Santa Bárbara, Antioquia, en octubre 19 de 1.958. Estudia su primaria
en su pueblo natal, y su bachillerato en
Mitú, Vaupés. Se dedica a conocer la selva amazónica y a convivir con pueblos indígenas. En el norte amazónico,
departamento del Guainía, en territorio
de los piapocos, se casa, por las costumbres
tradicionales, con Míryam Pérez,
indígena de esa etnia.hijos: Jhonatan y Suray. Defensor e intérprete de la
cultura indígena y permanente acompañante de procesos que conlleven a la
organización comunitaria.Sus libros, escritos en su orden son:
-Cantar de mi selva, poesía, 1.979. Villavicencio.2ª edición,
1.980.
-Una Lírica para la tribu:
poesía. 1.981, Bogotá.
-Los Feos. Teatro y
filosofía. 1.982. Bogotá.
-El Último indígena. Novela,
1.985. Bogotá. 2ª edición 1.984, la Paz, Bolivia; 3ª edición, Bogotá, 1.988
-Viaje al sur, poesía, 1.986
-Historia de Inírida, 2.002. Inírida.
-Yuruparí, Cuwai o Bom,
tradición oral indígena, 2007
-Filosofía indígena, 2010
VIDA LABORAL:
-Docente en Monfort, río
Papurí, Vaupés (1.978); Barrancominas,
Minitas, Raudal de Mapiripana, Pueblo Nuevo, río Guaviare –Guainía,
1.982-1.985; en Pueblo Nuevo escribió su novela “El Último indígena” en 1.984”;
Cacahual, río Atabapo (2.002-2003);
Paujil, Inírida (2004 hasta la actualidad)
- Elegido Consejero
Comisarial (diputado) del Guainía, 1.986-1.990. Presidente del Consejo
Comisarial (1.986).
-Secretario de Educación del Guainía, 1.986-1.987.
-Jefe de Asuntos indígenas
del Guainía, Ministerio del Interior, 1.991.
-Inspector fluvial,
Ministerio de Transporte, 1.992-1.997.fundador de dicha oficina en Inírida.
-Fundador y representante
legal de la Asociación Organización Cívica del Guainía (ONG).
Vive actualmente, en el
resguardo indígena, Paujil, comunidad Cucurital, municipio de Inírida, Guainía,
Colombia
[1] Mitazaba: Choza improvisada para pasar la noche.
[2] Marisca: de Mariscar: cazar.
[3] Siringas: campo donde abundan los
árboles de caucho.
[4] Mambear: Es la manera como los indígenas consumen el polvo de coca natural tradicionalmente.
Con el fino polvillo verde, forman un bolo, lo recuestan a uno de los lados de
la boca y poco a poco lo van diluyendo.
[5] Sutiros: prendas de vestir. Ropa.
[6] Potrillo: canoa pequeña, generalmente unipersonal, del hombre.
[7] Cachivera: Raudal, catarata, cascada grande.
[8] Cerrillo: zaíno, cerdo de monte, más pequeño que el cafuche.
[9]Guachinacán: Desvío para acortar camino.
[10] Tatú: armadillo, cachicamo.
[11] Turí: antorcha.
[12]Panema: pendejo.
[13]Cachirí: fiesta grandiosa de agradecimiento a la naturaleza, por as
cosechas.
[14]Paipí: Coatí.
[15]Dorero: árbol delgado, de gran
altura.
[16]Mingao: bebida de mañoco
cocinado.
[17] Varadores: Caminos, que unen ríos
o caños.
[18]Chajoco: tucán
[19]Dabucurí: fiesta por la
abundancia de frutas
[20]Curumicitos: niñitos.
[21]Catumare: canasto que se lleva a la espalda.
[22] Moquear: cocer al humo la Cierno,arne.
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